El Intercambio de Patógenos entre el Viejo y el Nuevo Mundo,
los casos de la Rabia y del Moquillo Canino.
The interchange of pathogens between the Old and New World,
the cases of rabies and canine distemper.
Año 1, Nñumero 1
Julio 2011
Páginas 37 - 39
Resumen
Desde el arribo de los europeos a América a fines del siglo XV, se inició un involuntario e imperceptible intercambio de patógenos entre el Viejo y Nuevo Continente. En la mayoría de los
casos, los agentes causales de enfermedades viajaron de Europa en dirección de América, implantándose exitosamente, debido a que las poblaciones vegetal, animal y humana americanas, eran
comunidades biológicas con pocos patógenos nativos y prácticamente susceptibles a todos los gérmenes europeos, hecho que se puede explicar debido a una mayor y más densa demografía
poblacional europea, a su fuerte concentración en grandes y numerosos centros urbanos, a la intensa movilidad de sus pobladores por el comercio y debido a las frecuentes y constates guerras y
finalmente a su contacto secular con otras etnias oriundas del Cercano y Medio Oriente, de Asia y de África. La demografía americana fue mucho menos densa y la movilidad debida a guerras y al
intercambio comercial fue menor, si tenemos en cuenta que solo tres grandes civilizaciones ocuparon este enorme continente, los Aztecas, los Mayas y los Incas, además de otras etnias menos
numerosas, lo cual hizo que los pobladores americanos constituyeran un conjunto de poblaciones epidemio e inmunológicamente inocente, es decir, susceptible agentes patogénicos
extraños.
Con respecto a la población animal, la rabia canina es el caso típico de un agente infecto-contagioso que viajó de Europa en dirección a América y cuya presentación es bastante tardía, ya que los
primeros cuadros rábicos se reportan en América Meridional, Austral y en la Nueva España, así como, en las colonias inglesas de Norte América, hacia principios y a lo largo del siglo
XVIII.
Buscando contrastar la presente investigación, elegí el caso del moquillo canino, pues se trata de un estupendo y excepcional ejemplo, del surgimiento de un patógeno de origen americano, ya que
el morbillivirus responsable de esta devastadora enfermedad típica de los canes, surgió de la Audiencia de Quito, provincia norteña del Virreinato del Perú, para devastar primeramente la
población canina de España y de ahí, extenderse a manera de una gran epizootia al resto de Europa, durante la segunda mitad del siglo de las Luces.
Summary
Since the very moment that Europeans reached the American Continent at the end of XV century, an involuntary and imperceptible interchange of pathogens between the Old and New World started. In
most cases, the pathogenic agents of infectious diseases traveled from Europe to America, to succesfully remain, due to the fact that in the American plant, animal and human populations, existed
few pathogens. Besides, these populations were biological communities immunologically susceptible to the most of European germs, fact that can be explained because a larger and more dense
demography, to a stronger urban concentration in larger and more numerous cities and towns, to an intense movement of its dwellers, due to the trade and because frequent and constant wars and
finally to the secular contact of Europeans with different ethnic groups in the Near & Middle East, Asia and Africa. In contrast, the American demography was much less dense and human
movements due to warlike reasons and to commercial interchanges were less intense, if we take in account, that only three great civilizations blossomed in this huge continent: Aztecs, Mayas and
Incas, therefore, the American inhabitants were an epidemiologically and immunologically population naive and susceptible to foreign agents.
Regarding the animal population, rabies is the typical case of an infectious agent that traveled from Europe bound the Americas, with a late arrival, because the first rhabdovirus cases reports,
occurred in South America, in the New Spain and in the Thirteen English colonies in North America, at the beginning and during the XVIII century.
Looking for a contrast, I chose during this research, the case of canine distemper, because it is an excellent and exceptional example, of the emergence of an American pathogen, due to the fact
that this morbillivirus is responsible of this devastating disease in dogs, originated in Quito, the northern province of Viceroyalty of Peru, traveled first to Spain, and from there, to the rest
of Europe, where it caused a huge epizootic during the second half of the Enlightenment century.
Los ejércitos de pestilencia
Con el arribo de las carabelas del osado navegante genovés a la isla caribeña de Guanahaní en Octubre de 1492, se inicio irremediablemente un imperceptible e involuntario intercambio
de agentes patógenos de virus, bacterias, hongos y parásitos, microorganismos causales de patologías en medicina vegetal, animal y humana, entre Europa y América. A finales del siglo XV,
nadie lo sabía, nadie tuvo conciencia, ni intuyó, lo que iba que iba a ocurrir durante las décadas y centurias siguientes. Los agentes causales de enfermedades infecto-contagiosas, encontraron
comunidades biológicas totalmente susceptibles en plantas, animales y seres humanos, muy particularmente en el continente recientemente descubierto, sin embargo, este proceso también ocurrió en
sentido inverso, afectando a los individuos nativos del continente europeo, aunque por un número considerablemente menor de patógenos. Dichos microorganismos irían a causar grandes epizootias,
zoonosis, epidemias y epifítias. Estos formidables ejércitos invisibles, aterrorizantes e insospechados de pestilencia, ejercieron un profundo impacto en el curso de la historia de los dos
continentes, que más que ser separados, fueron unidos por la Mar Océana para ser afectados por la contagiosidad viajera.
El caso de la Rabia.- En el mundo antiguo y entre las grandes civilizaciones que florecieron alrededor del Mediterráneo, las observaciones y los escritos sobre la rabia son remarcablemente
precisos. En España, es Cayo Plinio, quien reporta esta rhabdovirosis en Lacetania, región de la Hispania Tarraconense, (hoy Puigcerdá), durante el siglo I d.C. . Las primeras noticias de
la rabia en América, se encuentran en el cronista Francisco López de Gómara, hacia 1552, quien menciona “que no hay rabia allí (Perú), ni en todas las Indias” . El médico Juan de
Cárdenas, en la ciudad de México, capital del Virreinato de la Nueva España en 1577 cita que: “ni los perros nativos, ni los traídos por los conquistadores tenían rabia…”
Para el siglo XVII, el dominico francés Jean Baptiste du Tertre, describe un cuadro rabiforme en Haití en 1668 , el cual al parecer de la descripción, se trató de un cuadro clínico causado
por una parasitosis interna aguda.
En la Nueva España los primeros reportes de la hidrofobia son igualmente tardíos, ya que es Juan de Esteyneffer (Johannes SteinhÖffer) en su obra “Florilegio Medicinal de todas
las enfermedades” publicada en 1712, que abre un capítulo que porta el título de: “Las señales del Perro rabioso:. Para conocer al perro rabioso se pondrán algunas señales por cuanto de poco
tiempo acá solo se han visto perros rabiar en estas tierras de la Nueva España” y otro capítulo sobre las: “Señales del hombre rabioso…” .
Además, hemos encontrado en fuentes primarias del riquísimo Archivo General de la Nación de Lecumberri en ciudad de México, expedientes en los que se describen un par de procesos ventilados ante
el Tribunal del Santo Oficio, el 22 de abril de 1709: “Autos hechos sobre la Novena de Santa Quitteria, que compuso el P. Fr. Joseph Gil Ramírez del Orden de San Agustín” y el
expediente: “El Perico y la Rabia”, del 22 de agosto del mismo año . Así como también, otro expediente más, sobre del uso de la planta Escobosa para el tratamiento de la rabia en
pacientes rabiosos recibidos en el Real Hospital de los Ángeles, de la ciudad de Puebla de los Ángeles, por el Dr. Ignacio Domeneche en 1795, intitulado “Sobre descubrir la verdad antihidrofóbica
que tiene la planta Escobosa” .
Finalmente, esta rhabdovirosis es reportada también tardíamente en las Trece Colonias Inglesas en Norteamérica, hacia mediados del siglo de la Ilustración, en Virginia, Carolina del Norte y en
Nueva Inglaterra
Todo esto prueba que el arribo de la rabia al continente americano fue muy tardío, hacia principios del XVIII. La razón y explicación a este fenómeno de la aparición tan tardía de la hidrofobia a
América, considerando que la mayoría de las otras enfermedades infecciosas vegetales, animales y humanas llegaron, sobre todo a principios y lo largo del siglo de la conquista y de la
colonización, es decir, durante el siglo XVI, se encuentra en dos factores fundamentales:
1.- El período de incubación del virus rábico es generalmente largo, ya que dependiendo de la dosis del inóculo y de la región de la mordedura, toma de 10 días a seis meses, y ha sido demostrado
que más de la mitad de los pacientes caninos, desarrollan los primeros síntomas después del segundo mes post-desafío.
2.- Los navíos, la tecnología marítima y la velocidad de navegación para atravesar el Atlántico a fines del siglo XV y durante los siglos XVI y XVII, requerían de 6 a 8 semanas para cruzar la Mar
Océana y para desembarcar en el Nuevo Mundo. En el caso de que un cánido hubiera presentado síntomas tales como: cambio de conducta, agresividad y ataques por medio de mordeduras, habría sido
inmediatamente detectado por los marineros y el capitán del barco, quienes habrían arrojado al can enfermo fuera de la borda.
Para fines del siglo XVII y sobre todo ya en pleno siglo XVIII, los grandes bajeles y barcos de guerra y mercantes alcanzaron enormes tonelajes, voluminosos velámenes y mayores velocidades que
acortaron considerablemente los tiempos de travesía y de arribo entre la Metrópoli y sus colonias americanas, haciendo posible que perros mordidos previamente por un congénere rabioso y portando
el rhabdovirus en período de incubación, pudieran desembarcar en América, y ya en tierra firme, abrir el cuadro clínico hidrofóbico. De esta manera el Océano Atlántico funcionó como una verdadera
barrera sanitaria geográfica durante más de doscientos años.
Como prueba final de los razonamientos arriba expuestos, el colega veterinario e historiador argentino, Osvaldo A. Pérez, afirma que la rabia fue introducida en el Virreinato de la Plata,
por barcos ingleses tan tardíamente como hacia 1806-1807, ya en pleno principios del siglo XIX y justamente poco antes del estallido de los movimientos independista americanos .
El caso del Moquillo Canino.- Contrariamente a la mayoría de las enfermedades infecto-contagiosas que generalmente viajaron de Europa a América, tenemos el ejemplo excepcional y extraordinario
del morbillivirus responsable del moquillo canino, ya que en este caso, dicha enfermedad surgió del norte del Virreinato del Perú, específicamente, de la Audiencia de Quito a mediados del siglo
de las Luces.
El primer indicio revelador y sugestivo de que esta morbillivirosis era de origen americano, la encontré en mi antiguo libro de páginas color sepia y de evocadores y añejos olores a papel viejo,
la “Patología y Terapéutica Especiales de los Animales Domésticos”, cuya autoría se debe a esa maravillosa trilogía de veterinarios húngaros: Hutyra, Marek y Manninger. En dicha obra se menciona
que: “el moquillo existe en Europa desde la segunda mitad del siglo XVIII importado del Perú (Heusinger)” . La segunda y sugestiva pista, fue la ponencia presentada por el colega Jean
Blancou, ex-director de l’Office International des Epizooties, durante el 34 Congreso de Historia de la Medicina Veterinaria llevado a cabo en la ciudad de México con motivo de la celebración de
los 150 años de la fundación de la Escuela, hoy Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Nacional Autónoma de México, primer centro de educación veterinaria, fundado
en América y la tercera referencia, esta vez contundente, sobre esta letal enfermedad para la población canina, la hallé en la magna y estupenda obra escrita por los capitanes y
científicos ilustrados de la Real Marina de Guerra española, Don Antonio de Ulloa y Don Jorge Juan, intitulada: Relación Histórica del Viage a la América Meridional, hecho por orden de su
Majestad, para medir algunos grados de Meridiano Terrestre, y venir por ellos en conocimiento de la verdadera Figura y Magnitud de la Tierra, con otras Observaciones Astronómicas y Physicas”,
impresa en Madrid en 1748, durante el reinado de Fernando VI. En esta obra se cita que:
“Assi como ni en Quito, ni en toda la extensión de la América Meridional se experimentan los estragos de las Pestes, que tan horribles suelen ser en Europa, y otras partes… En este lugar están
sujetos los Perros a una enfermedad, que se puede comparar con las Viruelas de los Racionales, porque siendo Cachorros, les da a todos, o es raro el que no la participa y una vez que no mueren de
ella, quedan libres de su repetición…y consiste en darles convulsiones en todas partes del Cuerpo: herir continuamente, perder el tino; arrojar borbollones de sangre por la boca, con lo qual
mueren, los que no tienen fuerza para resistir: siendo tan común allá este accidente, que se nota su frecuencia en todas las provincias, y Reynos de la América Meridional…” .
El virus del moquillo canino debió viajar de Quito, por medio de un perro portador sano, siendo introducido probablemente a través del puerto de Cádiz, principal puerta de entrada y salida
entre la Metrópoli y sus hijas americanas hacia mediados del siglo XVIII. Es en la Península que debió ocurrir la primera epizootia, la cual devasta la población canina hispana, para pasar
después al resto de Europa durante la segunda mitad del siglo de las Luces.
Miguel Angel Márquez Ruiz
Sociedad Mexicana de Historia de la Medicina Veterinaria, A.C.
Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia
Universidad Nacional Autónoma de México
miguelmarquez42@hotmail.com